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  • Foto del escritorLUIS ROCHA / Noticias

La rebelión de Jesús de Nazaret

SEMANA SANTA /


La figura de Jesús de Nazaret, revolucionó al mundo de una manera trascendental. No existe en nuestro planeta, un mayor peso político, social, económico y cultural, que el representado por el hombre que recorrió la mayor parte del actual Medio Oriente, para llevar su mensaje de paz, amor al prójimo, reconciliación y depuración del alma.


Los evangelios que aparecen en La Biblia, nos muestran a un Jesús de Nazaret, dispuesto a todo con tal de que sus palabras penetraran en lo más profundo del corazón. El también llamado “galileo”, no necesito armas, ni ejército; lo único que tuvo como espada y escudo, fue su inmenso discurso de que el hombre tenía que reencontrarse consigo mismo.


Muchos destacamos a Jesús como la antítesis de Satanás (nombrado Lucifer antes de ser expulsado del paraíso). No nos sobra razón al remarcar que Jesús fue el hijo de Dios obediente, quien jamás contradijo a Jehová, el que hizo exactamente lo que se le indicó. Sin embargo, hay una pregunta, ¿el nazareno intentó rebelarse ante el Padre que está en los cielos?


La Biblia da cuenta de dos pasajes que pudieron haber visualizado una posible rebelión de Jesús. El primero dice: “Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; PERO NO SEA COMO YO QUIERO, sino como tú”. Esto lo encontramos en el Nuevo Testamento (Mateo Capítulo 26 versículo 39)


El segundo pasaje surge en el momento de plena angustia de Jesús, ya estando en el madero: “Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS DESAMPARADO?”. El texto lo encontramos también en el Nuevo Testamento, en el libro de Mateo Capítulo 27:46.


¿Por qué Jesús dijo “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; PERO NO SEA COMO YO QUIERO, sino como tú”? la respuesta requiere un completo análisis, pero lo primero que podemos observar es a un Mesías totalmente devastado, con alto grado de desesperación, y buscando una alternativa para quedarse en este mundo.


“PERO NO SEA COMO YO QUIERO”, enfatizó Jesús. Es decir, que si por él fuera, hubiera roto cualquier profecía, cualquier circunstancia, cualquier escrito donde se señalaba que él tenía que morir para salvar a la humanidad de sus pecados. Por eso Jesús prefirió que el mismo Dios interviniera e impidiera su deseo de quedarse para siempre en el planeta Tierra.


¿Qué hubiera pasado si Jesús no hubiera orado a Dios? La hipótesis más correcta, es que todavía seguiría con nosotros el nacido en Belén de Judea. La oración de Jesús, llegó en un momento donde al parecer, pudo haber un rompimiento con Jehová. No era que Jesús fuera malo, sino que estaba consciente de que abandonar el planeta, sería contraproducente.


“DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS DESAMPARADO?”, puede ser la frase más devastadora en toda La Biblia. En ese sentido, Jesús experimenta en sus últimos instantes de vida, una completa confusión dentro de su propio ministerio. Seguramente él habrá pensado en algún momento, si era justo morir así después de todo lo que había hecho.


Incluso hay comentarios científicos, donde se debate el por qué Jesús no quiso beber del vinagre que le ofrecieron los soldados romanos, esto cuando él nazareno les indicó que tenía sed. Según algunos estudios, el vinagre pudo haber nublado por completo la conciencia de Jesús, y de haber pasado esto, él con todos sus poderes, hubiera alterado la historia de la humanidad.


¿Jesús quitándose los clavos, bajándose de la cruz, salvando a los que estaban crucificados con él? Esto hasta parece un guion de película. Pero esto sÍ lo pudo haber hecho Jesús, si él lo hubiera querido. Estamos muy limitados en información de la misma Biblia, pero lo que sabemos, es que Jesús fue crucificado en situaciones contradictorias y comprometedoras.


En este breve resumen, se puede vislumbrar que Jesús sí tenía ciertas intenciones de rebelarse y quedarse para siempre en este planeta lleno de odios, guerras, rencores, maldiciones, hambres y ceguera espiritual. Jesús observó a un mundo convulsionado en principios y valores, y tal vez él habría deseado seguir aquí, para que el ser humano cambiara por completo su esencia destructiva.


Ya pasaron más de dos mil años, y Jesús de Nazaret, sigue siendo la figura más emblemática de todos los tiempos. Sus enseñanzas, su prédica, su coherencia con el discurso y la acción, tendrán que ser revaloradas en un mundo actual, donde todas las religiones, hacen asquerosos negocios en el nombre del hombre más bello que haya conocido la humanidad.


Jesús de Nazaret, sigue siendo sinónimo paz, amor y esperanza, por los siglos de los siglos.

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