EDITORIAL /
Angélica Moya Marín, perdió la reelección en Naucalpan, y la única culpable es ella. La derrota no tiene apellidos, y la panista tendrá que cargar por mucho tiempo, con este desastre.
La tragedia del 2 de junio, será recordada por décadas.
El fracaso de Angélica Moya, no tiene que medirse solamente en la campaña; la desventaja la tenía meses atrás, ante la falta de capacidad de su equipo.
No hubo una sola obra pública relevante, que pudiera presumir Moya Marín. No existió un solo servicio público eficiente, que la gente la haya aplaudido a la alcaldesa.
Lo peor de todo, es que si hubo algo bueno, nadie lo notó o pasó desapercibido. Esto es culpa directa del patético equipo de Comunicación Social.
Angélica Moya, jamás apareció en las principales columnas políticas, cuando debió serlo; considerando que Naucalpan, trasciende a nivel nacional.
Moya Marín, nunca de los nunca, dio una nota buena. En todo su gobierno, se la pasó señalando la corrupción de la morenista, Patricia Durán Reveles.
¿Esto impactó en la ciudadanía naucalpense? Por supuesto que no. Los vecinos anhelaban un gobierno emprendedor y progresista, y no lo tuvieron.
Angélica Moya, ahora tendrá que buscar un método mil por ciento innovador. Esto para que al menos la gente sepa, que al final de su gobierno, sí hubo voluntad por hacer bien las cosas.
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