OPINIÓN /
Aunque Claudia Sheinbaum Pardo, nunca fue la candidata de la Conferencia del Episcopado Mexicano, la jerarquía católica le manda un mensaje a través de su órgano oficial (Desde la Fe) en donde le sugiere cumplir con 10 puntos para “buscar el bien común y la promoción de una sociedad más justa y humana”, ahora que tome posesión.
Entre otras cosas, los obispos le plantean -a la que será la primera presidenta de México-, respetar la dignidad humana, sin discriminación alguna; diálogo abierto con todos los sectores; que se priorice la asistencia a pobres, enfermos y marginados; que no olvide el Compromiso por la Paz que les firmó en marzo pasado para poner fin a la violencia y “ejercer su cargo con integridad, honestidad y transparencia”.
Destacan dos puntos aparte, “que proteja y promueva la libertad religiosa, permitiendo a los ciudadanos profesar y practicar su fe sin obstáculos” y “que se defienda y promueva el valor de la vida humana desde la concepción y hasta la muerte natural, rechazando toda forma de atentado contra ella”.
Según los datos que distribuyen instituciones como Open Doors (Puertas Abiertas), el Pew Research Center (Centro de Investigaciones Pew), la Fundación Heritage y el mismo Departamento de Estado Norteamericano, a través de su oficina de Derechos Humanos en este país, quienes violan las garantías de minorías religiosas son -y han sido durante décadas- los mismos integrantes de la Iglesia Católica.
Son ellos quienes en zonas indígenas de Hidalgo, Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Estado de México y Michoacán obligan a testigos de Jehová y evangélicos indígenas a pagar cuotas en especie y en efectivo para las fiestas patronales.
Los cristianos se han negado y por ello vienen las represalias, multas, amenazas y expulsiones, como actualmente ocurre en Coamila, Hidalgo, donde más de 60 niños están sin poder ir a la escuela, pues huyeron de la violencia religiosa cometida por los católicos, amafiados con autoridades locales.
Piden además a la morenista, dar valor a la vida; pero al mismo tiempo negar el derecho a la interrupción del embarazo. Es obvio que no pasan por alto que el partido en el poder -que postuló a Sheinbaum a la Presidencia- ha promovido los derechos para la comunidad LGBT, la despenalización del aborto y los matrimonios entre personas del mismo sexo.
Pero apelan a que la ganadora de los comicios, en su condición de mujer, podría revertir lo que la Suprema Corte, el Senado y los diputados han determinado que serán leyes nacionales.
Al parecer, el clero se ha dejado llevar por los memes viralizados desde la ultraderecha en el sentido de que Sheinbaum -quien se ha declarado sin preferencia religiosa-, vaya a cerrar templos, expropiar iglesias y prohibir los cultos. Falsedades que también alcanzaron a una parte de los líderes evangélicos, pero que reforzaron la certeza mayoritaria de que Claudia será respetuosa del laicismo.
PALABRA DE HONOR: Por cierto, un grupo de pastores, laicos y funcionarios prepara un foro sobre el quehacer de las congregaciones evangélicas a partir de la nueva composición geopolítica del país. Va a estar bueno.
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